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Al siempre San Carlista.

Ser sancarlista no es únicamente portar un título universitario ni vestir una toga académica; es un estilo de vida, una manera de enfrentar la realidad guatemalteca. Ser sancarlista es trasnochar para culminar tareas, madrugar para recorrer kilómetros y llegar a tiempo a clases, comer lo que se puede en pasillos, patios o gradas, mientras se espera el siguiente curso. Es formarse en la adversidad, aprendiendo a ser creativo con lo poco, a compartir con lo mucho y, sobre todo, a perseverar en medio de los desafíos.

El sancarlista es reconocido por su talento, su conocimiento y su profundo criterio filosófico sobre la vida social del país. Tiene habilidades natas, es líder por naturaleza y desarrolla una creatividad crítica que, a lo largo de la historia, ha sabido desafiar a los regímenes opresores. Así lo reflejan las voces del pasado, como este fragmento del periódico  "No Nos Tientes" de 1898.

“Tentados estamos a desembuchar el pico, castigando con este formidable látigo que llaman opinión pública a muchas dos caras que merecen verdadera tunda, pero como Natura Non Facit Saltus, nos contentamos hoy con dar la sierpe que se merecen algunos, para seguir con los demás cuando las circunstancias lo permitan.” 

O como lo evocan las palabras poéticas de 1971:

«Que de donde Fito vienes,
del panteón de los caídos que edifica el General,
a contarles mi tragedia sucedida
en una tarde al año que entró el Chacal,
como ustedes lo recuerdan me mataron
por la espalda e indefenso estaba yo,
pues siendo universitario no cargaba
guardaespaldas por ser un intelectual.
Los esbirros asesinos pertenecen a la MANO
que comanda Sandoval».
del periódico estudiantil "No Nos Tientes" de la velada de 1971

Al siempre estudiante Sancarlista le digo: no olvidemos el legado que nos dejaron quienes caminaron antes en estas aulas. Legado forjado en las filas de la Huelga de Dolores, en asociaciones estudiantiles, en las facultades, en cada espacio de lucha donde se defendió un ideal. Así lo hicieron las generaciones que marcaron nuestra historia: los del 20 con Miguel Ángel Asturias, los del 40 con Ricardo Asturias Valenzuela, los del 54 con Oliverio Castañeda de León, o los mártires de los 80 como María Eugenia Mendoza, Julio César Cortez Mejía, Silvia Liseth Morales, entre tantos otros que dieron su vida por la dignidad y los derechos de un pueblo.

A ti, estudiante Sancarlista de hoy, te recuerdo que fuimos elegidos por nuestra disciplina, por la responsabilidad que nos impulsa a trasnochar estudiando, a madrugar para viajar y llegar puntuales, a dar siempre ese 1% adicional que nos hace diferentes. Pero no tropecemos en nuestros propios ideales. Como escribió la filósofa Lindsey Porter:

“Anticipó que los hijos de los hombres sabios y educados se corromperían con el tiempo por los privilegios y el ocio, que terminarían preocupándose únicamente por la riqueza, y la aristocracia se convertiría en una oligarquía, que en griego significa el gobierno de unos pocos”.

Hoy vemos a algunos gobernantes que alguna vez fueron Sancarlistas, pero que olvidaron ese compromiso nato de proteger a los más vulnerables, aquellos a quienes debemos nuestra formación: el pueblo. No dejemos que el verdadero espíritu Sancarlista se diluya. Recordemos siempre nuestro lema: “Id y Enseñad a Todos”, especialmente a los olvidados, a los oprimidos, a los mártires que con su ejemplo sembraron semillas de justicia y libertad.

Que nunca se nos olvide que podrán cortar las flores, podrán intentar corromper la esperanza, pero jamás podrán detener la primavera de la conciencia Sancarlista.

Totonicapán, 2023
Autor: Nicolás Ajucúm López


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